Muhammad V: el cenit de una dinastía
Si en la Alhambra existe un icono fácilmente reconocible a nivel mundial, ese es el Patio de los Leones. Su impresionante belleza tiene un magnetismo que consigue atraer a miles de personas cada año. Visitantes que contemplan fascinados la delicadeza de este espacio irrepetible.
Un espacio único, ideado por un monarca único, Muhammad V (1338-1391), que junto con su padre y predecesor, Yusuf I (1318-1354) llevarían a la dinastía Nazarí y al Reino de Granada a su máximo esplendor en el siglo XIV. Pero vamos por pasos.
Los inicios: un adolescente en el trono.
Abū cAbd Allāh Muḥammad b. Yūsuf b. IsmācẒl b. Faraí b. IsmācẒl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. JamẒs b. Naîr b. Qays al-JazraíẒ al-AnîārẒ, al-GanẒ bi-[A]llāh, nació el 4 de enero de 1339, fruto de la relación de su aún joven padre con una esclava llamada Butayna, madre también de su hermana iŠa. Yusuf tendrá además con otra esclava, Maryan, a otros dos varones y cinco hijas. Uno de estos hermanastros, Ismail, será fundamental para el desarrollo de esta historia.
La repentina muerte de su padre, asesinado mientras oraba, en 1354 supuso su abrupto ascenso al trono del Reino de Granada cuando no cuenta más de 16 años. Al no superar aún la mayoría de edad necesaria para reinar, sus inicios en el gobierno son tutelados por el poderoso chambelán de su padre, Riḍwān, un liberto de origen cristiano con sobradas dotes para el gobierno y la administración. Junto con el jefe de los voluntarios de la fe, el Šayj al-guzāt Yaḥyà b. cUmar b. Raḥḥū, y el genial Ibn al-Jaṭib, colaborador de Riḍwān, se completa el equipo que conseguirá que la primera etapa de su reinado sea estable y segura. A nivel interno intentando aún superar los efectos de la epidemia de peste de 1348. Y a nivel externo, manteniendo un delicado equilibrio con Castilla, Aragón y los Benimerines de Marruecos.

Muchos pretendientes, pero solo una corona.
Aunque las cosas parecen ir bien para el joven emir, a veces el enemigo más peligroso está en tu propia casa. A su hermanastro Ismail, junto con su madre Maryan y sus hermanas, Muhammad V ordena recluirlos en un palacio. Pero lo esclava cristiana no está dispuesta a perder la oportunidad de colocar a su hijo en el trono. Y en agosto de 1359 se consuma la traición: a base de sobornos consigue que alrededor de un centenar de personajes poderosos, descontentos y codiciosos de poder, se levanten contra el emir.
Por la noche, escalan los muros de la Alhambra, asesinan a Riḍwān en su propio lecho y reducen a la guardia del sultán. Pero no lo no encuentran. Por un azar del destino, Muhammad V se encuentra camino al palacio del Generalife, donde se iba a retirar a descansar con su hijo. Enterado de la traición, huye a toda prisa a Guadix, donde recibirá el apoyo de su población.
Ismail II es proclamado sultán por los sublevados. Su reinado no durará mucho. Apenas 11 meses. En julio de 1360, será depuesto y asesinado por su primo Muhammad VI, el conocido como el Bermejo, que ansiaba hacerse con el poder igualmente y que, en palabras de Ibn al-Jaṭib, instaurará un régimen de tiranía en Granada.
Como Pedro I de Castilla está inmerso en las luchas internas con Enrique de Trastámara (apoyado por Enrique IV de Aragón) no puede brindarle su apoyo. De manera que Muhammad V acude al sultán benimerín, que acepta acogerle en Fez, donde llegará a finales de 1359. Allí se refugia, junto con Ibn al-Jaṭib, a la espera del momento propicio para volver a la Península.
Vuelta a Granada.
La ocasión de retornar a territorio granadino se presentará en 1361. Su aliado, Pedro I, ha vencido a su rival Enrique de Trastámara en la batalla de Nájera, lo que le proporciona cierta tranquilidad a Castilla. Muhammad V se instala en Ronda, y desde ahí comienza sus incursiones con ayuda castellana. Pero en plena campaña desiste al observar la devastación provocada por los cristianos en tierras granadinas; así como por el desacuerdo surgido con el rey de Castilla, que ambiciona quedarse con las plazas que se han ido reconquistando.
Muhammad sigue su guerra en solitario, y ante las noticias de su avance varias plazas se levantan contra Muhammad VI, el Bermejo, encabezadas por Málaga. El usurpador huye de Granada llevándose lo que puede del tesoro real, para intentar solicitar asilo en Castilla. La respuesta de Pedro el Cruel fue contundente: mató al Bermejo y envió su cabeza y la de 37 de sus seguidores a Muhammad V, que las colgaría en el mismo tramo de la muralla por el que escalaron los conjurados apenas tres años antes.

El inicio de un largo reinado.
El 16 de abril de 1362, Muhammad V vuelve a sentarse en su trono de la Alhambra. Y a partir de aquí se inicia un largo periodo de esplendor y prosperidad como no volvería a conocer el reino nazarí.
Con la excusa de la guerra civil castellana, y de su lealtad debida a Pedro I, aprovecha para realizar varias incursiones en territorio cristiano, devolviendo a Granada varias plazas que habían perdido sus predecesores. La conquista más destacada será la de Algeciras en 1369 que había sido arrebatada a su padre en 1344.
A pesar de ello, las relaciones con el nuevo rey de Castilla, Enrique II, serán tensas pero se mantienen en beneficio de ambas partes. Igual ocurrirá con Pedro IV de Aragón, con el que llega a firmar un tratado en 1367 que incluso garantiza la libertad de tránsito y establecimiento de mercaderes aragoneses en tierras granadinas, siempre que el acuerdo se mantenga vigente y paguen los impuestos correspondientes.
Con los Benimerines también mantiene buenas relaciones, haciendo lo más práctico para que no metan sus narices en los asuntos nazaríes: hacer todo lo posible por desestabilizarlos políticamente para mantenerlos lejos de Granada. En Fez acabará exiliado el otrora gran visir Ibn al-Jaṭib, más partidario de la alianza con los magrebíes que con los castellanos. Sus presiones desembocarán en el asesinato del propio ex visir en su exilio, por considerarlo Muhammad demasiado peligroso para los intereses granadinos.
En el ámbito interior es necesario destacar que los casi treinta años de reinado aportaron un esplendor realmente importante al Reino en general, y a Granada y la Alhambra en particular. Se reestructura el ejército, cuyo mando asumirá en persona, encabezando el propio sultán las campañas más metódicas y osadas que se hayan llevado a cabo por cualquier otro monarca nazarí.
Será protector de las artes y en especial de la poesía, con dos grandes exponentes como son Ibn al-Jaṭib e Ibn Zamrak, cuyos versos incluso decoran la taza de la misma Fuente de los Leones. Y de las ciencias, contando con un médico personal judío, Ibrahim b. Zarzar, que atraerá a un importante grupo de discípulos hasta la capital del reino.
En esta misma línea, será el impulsor de la obra del Maristán, el hospital cuyos restos aún se encuentran junto al río Darro; así como de otras obras de carácter público en la ciudad.
Pero sin lugar a dudas, su gran aportación a la Alhambra, a Granada y a la humanidad es el Patio de los Leones y las salas que lo rodean. Un lugar exquisito que muestra la delicadeza de un sultán que no se amedrentó ante las adversidades. Que supo convertir un periodo de luchas y guerras en un paréntesis de intenso intercambio cultural y esplendor para el Reino de Granada mediante una inteligente política, tanto interna como exterior, hábilmente desarrollada.
El 15 de enero de 1391 fallece Muhammad V, a la hora de la oración. Con apenas 52 años y más de 35 años de reinado tras de sí. Su muerte marcará un punto de no retorno hacia el ocaso definitivo del último reducto de Al-Ándalus en España, que culminará con la conquista de Granada por los Reyes Católicos un siglo más tarde.
Autor: Daniel Aguilera